EL MUERTO Y SER FELIZ. SACRISTÁN Y SER FELIZ

el muerto y ser feliz frasco

«Ella le da una bolsa. La bolsa está llena de frasquitos de morfina.
Pero esto no podemos saberlo.»

Hace unos días terminé por casualidad en la presentación del dvd de El muerto y ser feliz, una charla a tres bandas (Javier Rebollo, José Sacristán y Jonás Trueba) en la que se habló más de otras cosas que de la propia película. Suele pasar cuando los interlocutores tienen cosas que contar.

En una entrevista de 2008, José Sacristán daba el cine como algo terminado. Cinco años después y en palabras de Jonás Trueba “se ha convertido en el actor más joven del cine español”, al haber trabajado desde entonces con Rebollo, David Trueba (Madrid, 1987) y próximamente en la nueva película de Carlos Vermut. Cuenta Sacristán que él descubrió el cine siendo niño en una sala de Chinchón, en la que con suerte podía pagarse una entrada en el gallinero. “Se abrían las cortinas y ahí se obraba un milagro”. Ahora reconoce que pisa poco los cines, lo tiene en casa, un pantalla de 3×2 con reclinatorio (“es que Eva al desnudo no se puede ver sentado, hay que verla de rodillas”).

Intentó rodar en ese primer cine cuando debutó como director. Unas obras en la sala se lo impidieron pero lo consiguió en su segunda película, Cara de acelga. Para filmar uno de los planos, el director de fotografía se instaló en la segunda planta y desde allí fue preparando el cotarro mientras Sacristán ensayaba con los actores. Cuando él subió para comprobar el encuadre se encontró la cámara justo donde años atrás aquel niño idolatraba la pantalla… Cualquiera se atreve a mejorar eso…

Se le ve alguien con carácter, que no cede en una discusión porque sí, pero tampoco de los que se quedan subidos al burro pase lo que pase. Ha preferido no actuar por profesionalidad sino por pasiones (“el cine funciona por el bajo vientre, no por lo teórico”) y acaba la charla entonando la melodía de Okal y metiéndose al público en el bolsillo. Me aventuro a decir que pocas personas además de José Sacristán son capaces de eclipsar la labia de Javier Rebollo.

Lo cierto es que me quedo embobada oyendo esa voz y pienso en todas las historias que podría contarte en el transcurso de una noche. Mirar un marco vacío y dejar que Sacristán te cuente qué es el cine (el clásico -el eterno-, el moderno -el de la tinta sin secar-, el que quiera).

madrid 1987

Añadiremos esta a la lista «Ventajas de ser María Valverde»

Audioguía de un guión 

Hablando ya de El muerto y ser feliz, hay películas cuyo guión es como un documento impoluto con sus encabezados, sus descripciones, sus frases de diálogo alineadas… Hay otras, sin embargo, cuyas hojas parecen estar llenas de anotaciones y tachones (explicaciones, dudas, impresiones) que el director con mala letra y quizá a las tantas de la mañana ha escrito en los márgenes pero que normalmente no salen del papel. El muerto y ser feliz pertenece a este segundo grupo. En este caso, por ejemplo, del nombre de Santos saldría una flecha que diría “con acento de Chinchón”. En el encabezado Ext. Día. Río Paraná encontraríamos un asterisco (*a esta hora parece agua sucia de lavar el piso) y bajo el nombre de Alejandra habría un paréntesis: “(la hija de alguien con quien Santos pudiera haber tenido una hija como Alejandra)”.

En El muerto y ser feliz, en lugar de esconder todos estos apuntes, Rebollo les cede una locución y construye una voz en off que a veces parece decirnos la verdad, a veces miente y otras veces directamente nos toma el pelo. Es un recordatorio permanente de que alguien sabe más que tú (incluso sabe más que la propia película) y nos niega el derecho que creemos tener como espectadores a sumergirnos en una historia y dejarnos llevar, por eso mismo requiere un esfuerzo.

En la presentación del dvd Luis E. Parés hizo un comentario que puede resultar útil para que no te nublen la vista los prejuicios. La estrategia consistiría en ver la película como si fuera un paisaje en ruinas, como el que te puedes encontrar en un viaje a Roma. Observas una columna y te imaginas toda una arquitectura a su alrededor. La voz en off jugaría (porque no hace otra cosa que jugar) a ser una audioguía histórica -audioguía de un guión, mejor dicho- aportando información sobre los personajes o los escenarios para que seas tú quien complete el encuadre. Si lo hacemos con todo un imperio, por qué no intentarlo con una película.

el_muerto_y_ser_feliz

*Si te interesa saber más (porque El muerto y ser feliz es más que una voz en off -es scope, es 16 mm, es kilometraje, ¡es comedia!-):

Entrevista a Javier Rebollo en Casa América

Artículo de Jonás Trueba sobre el rodaje, en Cahiers du Cinéma

Entrevista a Rebollo y Sacristán en Hora América

2 Respuestas a “EL MUERTO Y SER FELIZ. SACRISTÁN Y SER FELIZ

  1. Sacristán, como habitualmente suele decirse de los «grandes del cine», nunca deja indiferente: es SI o NO. Y esto es importante en si mismo. Eso de las medias tintas… Creo que hizo grandes cosas y algunas pequeñas cagadas, pero siempre con sentimiento y poniéndolo todo de su parte, lo cual ya tiene gran mérito. Esta exposición crítica me invita a no perderme El muerto y ser feliz. Después opinaré de este Sacristán…
    Buen enfoque y acertados enlaces. Carlos

    • ¡Gracias!
      Si la ves vuelve por aquí para contarnos qué te ha parecido.
      Algo que llama la atención desde el minuto 0: La película, como los libros, tiene una dedicatoria. Habrá un post sobre ello en el futuro…

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