“Como cuando bailas dando vueltas y entonces por un momento estás desorientado y te sientes muy ligero. Es la misma sensación con Bresson. Sientes que está tratando de vaciar tu mente. Normalmente piensas: “¿Qué debería hacer? ¿Cómo?” Pero no ahora. De ahí surgieron ciertas cosas. Por ejemplo, normalmente miro a los ojos de la otra persona mientras hablo. Él me decía todos los días que mirara a la oreja. Sin importar lo que estuviera ocurriendo. Eso lo cambia todo.”
Así es cómo describe la sensación de trabajar con Robert Bresson la actriz Dominique Sanda (Une femme douce). Estos días estoy releyendo Notas sobre el cinematógrafo, unos cuantos apuntes que el director francés tomó desde 1950 hasta 1974 sobre el cine (que no el teatro fotografiado). A las pocas páginas ya surgen las ganas de volver a ver sus películas para ir identificando estos detalles. Es una lectura que te coloca un filtro en la mirada para que las imágenes ya no sean sólo imágenes, ahora son pistas de esa desorientación bailarina que las ha creado.
Esto mismo, pero en el proceso inverso, me ha ocurrido con Las ilusiones y Los ilusos, de Jonás Trueba. Primero fue la película, luego el libro y aunque puedan existir por separado al juntarlos ambos crecen. El libro porque te muestra un conjunto de escenas eliminadas que en realidad nunca fueron y te deja intuir no los pasos, sino los tumbos que ha ido dando la(s) historia(s) hasta llegar a su forma definitiva. Después de leerlo se hace difícil recordar Los ilusos de manera nítida. Los cortes de cada escena se difuminan, no del todo, simplemente se vuelven más borrosos y te cuesta distinguir que ocurrió dentro de la pantalla y qué se quedó fuera, bordeando el mundo de la ficción… ¿Existirá un limbo de tramas imaginadas y nunca filmadas? ¿Un lugar lleno de personajes incompletos vagando a medio crear?
A pesar de que las notas de Bresson sean más generales y las de Jonás Trueba estén atadas a un proyecto concreto, circulan por los dos libros -que bien podríamos llamarles cuadernos sin devaluarlos un ápice- una serie de (auto)advertencias sobre los peligros del cine que no quieren hacer y una defensa (¿autoconvencimiento?) de esos impulsos que les conducen a querer/necesitar rodar. A modo de juego hemos capturado alguna de sus páginas para imaginar qué conversación hubieran tenido frente a un café. Como ocurre en el montaje cuando a un plano le colocas otro detrás, también han surgido conexiones inesperadas al juntar las notas de uno y de otro. Las reflexiones dubitativas de Jonás Trueba parecen pedir consejo a las afirmaciones más seguras de Bresson. No pasemos por alto el detalle de que si unimos las portadas ella parece mirar a través de la lente de él…
(Es una regla no escrita de los cafés imaginarios que empieza hablando el más joven. Comienza Jonás Trueba y le responde Robert Bresson)
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*Si te interesa saber más:
– Entrevista a Bresson sobre la dirección de actores
– Entrevista de Numerocero a Jonás Trueba