Lo primero que me sorprendió de los libros acumulados por Alpe es que no hubiera ninguno sobre cine pero justo acabo de encontrar, esta será la trampa, un ensayo de John Berger en el que dedica el primer capítulo a diferenciar la imagen pictórica de la imagen siempre en movimiento. Cada vez que decimos adiós se llama. Parece un título oportuno cuando parte del salón está ocupado por mis tres maletas a medio hacer. Es una simple mudanza de un barrio a otro, me digo, pero en el fondo, como siento que es un simulacro para la siguiente despedida, remoloneo un poco más -como si la ropa no estuviera ya seca en el tendedero, como si las cremas no siguieran desparramadas por el tocador- y prosigo con este cotilleo bibliotecario que disfrazaría de curiosidad romántica y saludable ante cualquiera.
A Alpe le habré visto menos de media hora (mostrarme el departamento, 15 minutos; entregarme las llaves a la semana siguiente, otros 5) pero a través de su pequeña biblioteca, repartida entre el estudio y el dormitorio, ya le ha asignado un oficio, varios hobbies y la costumbre de señalar en la primera página el día en que empieza a leer. Lo que más me gusta es que estos libros no siguen ningún orden, de ahí que se presente casi como una recompensa el ir deslizando la mirada por las baldas y localizar autores y temáticas que se repiten. También aparecen las casualidades. Hace tan solo una semana, por ejemplo, leía que en Madrid se estrena El Amante de Harold Pinter y ahí está. Me acuerdo del Pavlovsky reciente y también lo encuentro. Incluso la Andrea de Nada (“Todo” ha escrito alguien bajo el título) asoma entre Momentos de vida de Virgina Woolf y El sueño de César Aira. Ahora en un penúltimo vistazo de despedida surge otro más, un libro en el que no había reparado antes. Lo cojo como si realmente fuera el mío, como si este fuera el ejemplar que hace tres días enviaba a España para ganar espacio en la maleta de vuelta. En la portada me encuentro un post it rosa que tapa el rostro de ella aunque deja libres los ojos de Robert. Una nota escrita a mano en bolígrafo azul, todo mayúsculas: “I bought this 4 u & thought that we can share this 27/11 together. But u made a different decision. This is ok. Hope that u like it”. Narra un desencuentro, pero conmueve la honestidad de esas tres palabras: “this is ok”. Está bien. Compré este libro para ti, se sincera esta persona cuya firma no logro entender (¿Stefani? ¿Sr—an? ¿Stefan?), y lo verdaderamente importante es que lo tengas. Está bien que lo otro termine aquí, que no haya un 27/11 para nosotros.
A las dos horas llega Alpe, puntual. Le devuelvo las llaves, le doy las gracias y entro en el ascensor pensando en mis propios 27 de noviembre.