Jean Epstein y el agua de Marsella

En 1923 las aguas del puerto de Marsella quedaron registradas por el Coeur fidèle de Jean Epstein. En una de las primeras escenas, el rostro de Marie (Gina Manès), en su anhelo por ver al amado, parece fundirse con el oleaje y viajar hasta donde se encuentra el marinero Jean.

En el libro Buenos días, cine, el director afirma: «El primer plano modifica el drama por una impresión de proximidad. El dolor queda al alcance de la mano. Si extiendo el brazo te toco, intimidad. Cuento las pestañas de este sufrimiento. Podría probar el sabor de sus lágrimas. Nunca un rostro se ha inclinado así sobre el mío. Me escruta muy de cerca, y yo me enfrento a él cara a cara. Ni siquiera es vedad que haya aire entre nosotros: me lo como. Está dentro mío como un sacramento. Máxima agudeza visual».

Pues bien, entre película y película del festival, uno puede asomarse a la pequeña bahía y buscar en el agua este mismo rostro agrandado y vibrante que, ante un sorprendido Jean, cobra color y textura, olor a salitre. Resulta que Marie sigue viviendo en las aguas de Marsella.

 

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