Entrevista a Carolina Astudillo («El gran vuelo»)

Permanecen en el pasado un sinfín de rostros anónimos que absorberían con gusto una identidad: un nombre, una vida, unas cartas, unos amores. El trabajo de recuperación que realiza Carolina Astudillo en su largometraje El gran vuelo (distribuida por Playtime Audiovisuales y disponible en Márgenes ) nos recuerda la polisemia de la imagen -hay en él muchas Claras para formar sólo una-, las deudas de la Historia -¿cuántas habrá que nunca conoceremos?- y los resultados tan estimulantes que pueden brotar del encuentro entre la investigación histórica y las formas cinematográficas documentales. Clara Pueyo, militante del Partido Comunista, había dejado de existir justo el día que se fugó de la cárcel de Les Corts en 1943. Astudillo nos la trae de vuelta.

carolina astudillo

En tu cortometraje De monstruos y faldas ya estaba presente la historia de Clara Pueyo, ¿cómo llegaste a ella la primera vez?

Vine a Barcelona en 2007 para cursar el Máster en Teoría y Práctica del Documental Creativo, en la Universidad Autónoma. Como proyecto había que realizar un documental y a mí me interesaba mucho el tema de la memoria de la mujer. Un día investigando por Internet llegué a la página de la presó de Les Corts, me puse en contacto con un historiador, Fernando Hernández, y conocí la historia de la prisión. Empezamos a investigar y entrevistamos a tres mujeres (hijas de presas políticas) y a un hombre, el que es sobrino de Clara.

En De monstruos y faldas ya empleabas material de archivo acompañado de animación y fragmentos de entrevistas. ¿Qué te empujó a prescindir de esos otros recursos para El gran vuelo y concentrarte en el archivo?

Por un lado, el archivo me permitía crear un contraste entre lo que fue la vida de Clara y las imágenes de las películas familiares de finales de los años 30 y principios de los 40, que en su mayoría pertenecen a la alta burguesía catalana y valenciana, gente que vivieron una posguerra totalmente distinta. Mientras Clara cuenta que su hija muere de hambre, las imágenes de ese mismo año nos muestran a gente que no sufrió esa miseria. Por otro lado, el archivo también me dejaba mostrar a las mujeres, ver cómo se grababan, hacer presente el cuerpo.

Este último aspecto introduce en el documental una línea más ensayística, en la que se reflexiona también sobre el lenguaje cinematográfico…

Sin contar la excepción de Madronita Andreu casi siempre eran hombres los que sujetaban la cámara así que es muy interesante ver cómo se plasma la mirada masculina, por ejemplo encontré multitud de planos de piernas de mujer. También me llamó la atención cómo filmaban a las criadas. Realmente les interesaba grabar a los niños pero como ellos siempre estaban acompañados por estas mujeres, sus cuerpos aparecen cortados, fragmentados.

el gran vuelo -still 01

Se puede hablar de El gran vuelo como una película feminista, ¿ya tenías en mente ese discurso de género desde el inicio?

Sí, estaba desde el comienzo. Me gusta mucho una historiadora que se llama Mary Nash. En su libro Rojas: Las mujeres republicanas desarrolla una visión crítica respecto al papel de las mujeres en la República y la Guerra Civil. Yo había leído otros relatos donde se decía que todo había cambiado para la mujer aquellos años y en realidad no fue así. Hubo un intento pero no se consiguió un verdadero cambio de mentalidad, siguieron imperando los valores masculinos. Muchas mujeres tenían problemas con sus propios compañeros, iban a alguna asamblea del partido y ellos no querían que estuvieran allí, preferían que se fueran a casa.

En el documental de hecho se menciona esa preferencia del hombre por distinguir entre esposa y militante.

Así es. Podía ocurrir que un hombre y una mujer militaran en el partido y tuvieran las mismas funciones pero la mujer también se encargaría de la casa. La miliciana se convierte en el símbolo de la resistencia que llama a los hombres a luchar en el frente pero allí la mujer también fue discriminada. Se las relacionó con la promiscuidad y se las acusó de ser portadoras de enfermedades venéreas, algo muy machista. Algunas fueron consideradas una distracción para los soldados. Hubo muchas mujeres que querían estar allí pero las sacaron del frente y fueron llevadas a la retaguardia. Fue un desencanto.

Se muestra a Clara como una persona muy fuerte y comprometida, pero me emocionó el fragmento en el que confiesa que le gustaría entregarse por una vez a la debilidad.

Establecí una relación muy extraña con Clara, leí mucho sus cartas y es como si la conociera. Era una mujer que siempre trató de endurecerse, trabajó mucho para los demás y se dejó a ella de lado. Hay una carta muy bonita en la que dice “mi cara dura considerada por vosotros como cualidad es ahora mi mayor castigo”. En un momento dado, se cansa de esta postura de rigidez, se decepciona -no sé si del partido en general o solamente de su estructura- y decide dejarlo todo. Hay cartas que hablan de la soledad y también de la espera, que es algo muy femenino: la mujer, como Penélope, siempre esperando y esos hombres que no llegan…

Llama la atención su estilo a la hora de escribir.

Leí cartas de otras mujeres (Soledad Real, María Salvo…) y escribían de manera poética, pero para mí Clara era una escritora en potencia. Generalmente las cartas de amor están en catalán y las más políticas en castellano. Se supone que en militancia y, especialmente en la clandestinidad, la vida privada no existe, al menos en la militancia de los años 60 y 70 de Argentina y Chile era impensable que alguien pusiera su verdadero nombre o que hablara en una carta de sentimientos y amantes. En cambio, estas mujeres del Oasis cometían estos “errores”, supongo que por juventud y falta de experiencia.

Screen Shot 2014-12-27 at 16.39.15Una de las pocas fotografías que se conservan de Clara Pueyo

La narración se articula a través de una voz en off, ¿por qué decidiste utilizar una locución masculina?

Probamos con una femenina en catalán y resultó muy bien pero en castellano no acababa de funcionar. Contacté con Sergi Dies, al que había escuchado en algunas piezas de Isaki Lacuesta, lo probamos y a mí me encantó. Quería que su voz contrastara con la de María Cazes, que lee las cartas de Clara.

¿En algún momento te llegaste a plantear narrar la historia en primera persona y hacer de la propia investigación una película?

Sí, en estos momentos parece que está de moda visibilizar los dispositivos e incluirte como sujeto, pero me pareció mucho más interesante la historia de Clara -con esas ausencias y esos vacíos- que no mostrarme a mí investigando su vida.

La edición consigue extraer un único retrato de multitud de rostros e imágenes. ¿Cómo se desarrolló el trabajo con las dos montadoras, Georgia Panagou y Ana Pfaff?

El montaje nos llevó mucho tiempo. Con Georgia trabajamos más de un año, con el texto ya hecho, que fui escribiendo con el asesoramiento de Isa Campo. Yo tenía más o menos claro cómo quería que fuera el montaje y ella me fue dando propuestas. Hicimos un primer corte pero se tuvo que ir a París y entonces contacté con Ana. Como no había estado durante todo el proceso anterior, Ana llegó con visión externa y me ayudó a ver el documental desde otra perspectiva.

A estas imágenes le sumas una ambientación sonora y un música distinta a la que podríamos esperar.

El compositor, Diego Mune, es un músico argentino que vive en Austria. Viajó a Barcelona, vio un primer montaje y adecuó distintas piezas que él había creado con su grupo para cada una de las escenas. Es una música bastante experimental que contrasta con estas imágenes tan antiguas, una música que perturba y puede incluso molestar al espectador.

El final es tan abierto como lo dicta la propia Historia… 

Es curioso porque, cuando yo comencé el proyecto, mi tesis era que a Clara la habían matado los franquistas, pensaba en el esquema de buenos contra malos. Cuando ya desarrollé la investigación descubrí que quizá fueron sus propios compañeros de partido los que la mataron. En aquel momento había una lucha de poder muy fuerte y la dirección de Francia no aprobaba esa fuga de la prisión. Este hallazgo fue decepcionante para mí, personal e ideológicamente.

*Enlaces de interés*

Entrevista a Carolina Astudillo en El cine que viene (Radio 3)

Márgenes (y el verano de los raros) – Crónica de Roger Koza

Recorriendo los márgenes (I y II) – Crónica por Jordi Costa

Especial Magnolia sobre la IV edición de Márgenes

Al encuentro de lo invisible – Crónica de Andrea Morán
(aceptamos este último link como autopromo)

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