Madrid 1982 y Benidorm 2052

Tenía pendiente transcribir varias impresiones a la vuelta del Festival de Cine Europeo de Sevilla pero al final parece que sólo esta ha sobrevivido. Mientras los otros textos han terminado diluidos en la carpeta de borradores bajo el título «Estados de ánimo», estas imágenes parece que no quieren darse por vencidas, lo que me hace pensar que si han seguido respirando hasta hoy será por algo… (Lo escribo precisamente para convencerme de ello). Una conversación reciente me hizo pensar en la responsabilidad que tiene la crítica a la hora de trazar referencias, algo que suele verse con buenos ojos siempre y cuando se trate de menciones argumentadas que no se incluyan únicamente para figurar sino con el fin de situar a lector y autor en el mismo mapa mental. Sin embargo, ¿qué hay de las citas perjudiciales? ¿Puede ocurrir que una película sea injustamente relacionada con otra y por esa unión sea malinterpretada? ¿Podría una película menguar por culpa de las citas reduccionistas? Tan ansiosos como estamos a veces de querer hacer del cine un cuerpo homogéneo donde todo hable con todo, prestar atención a la independencia de una película -a su cualidad de única, su significado intransferible, su contexto singular- no parece una idea descabellada.

Dicho todo esto, me temo que voy a hacer lo contrario. Lo cierto es que ya en el coloquio que prosiguió a la presentación de Sueñan los androides varias preguntas abordaron las posibles conexiones que se pueden establecer entre la nueva película de Ion de SosaEl futuro (Luis López Carrasco, 2013). Conexiones que también yo tenía bien claras hasta que tuvo lugar la mencionada conversación. Volví a casa y me propuse fundir los trailers de las dos películas en una pieza que intentara (de forma extremadamente amateur) poner en práctica algo de esa repetición que tanto me había gustado en el programa de cortos que el Festival dedicó al cineasta austriaco Martin Arnold. El objetivo era sencillo: nada de comparar temáticas ni políticas, sencillamente se trata de evidenciar que las dos películas comparten los mismos rollos de 16 mm y aprovechar esa estética común para jugar a pasar de una a otra sin notar ese salto. Casi un mes después, la intención de explicar por escrito qué se puede ver (o no) de una película en la otra me resulta más difícil, especialmente por el miedo, como decía, a ser reduccionista y a desembocar en una serie de analogías retóricas que cualquier soplo de aire adverso podrían echarlas abajo. Los otros textos del borrador se quedan entonces en la trastienda -por si acaso llegaran a madurar- y saco al escaparate mi pieza de 2 minutos en la que el final del rollo es la única cita explícita entre Madrid 1982 y Benidorm 2052. ¿Acaso un túnel del tiempo? ¡No! Habíamos quedado que nada de metáforas. Sin complicarme, dejándome llevar…

[Sueñan los androides se proyecta este sábado 13
como
película de clausura del Festival Márgenes]

Sueñan-los-androides1

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