Cualquier entrevista a Mia Hansen-Løve hubiera sabido a poco. Las preguntas que se han ido acumulando en mi cabeza desde que vi El padre de mis hijos habrían requerido una tarde entera y otra jornada más si añadimos todos los matices que alberga Eden, película por la que compite en Sección Oficial y que daría para un exhaustivo análisis de guión y un apasionado tratamiento de los personajes. Aun a pesar de la inevitable brevedad -unos 30 minutos- y de ser un encuentro en grupo y no individual, me hace mucha ilusión traer esta entrevista al blog, un lugar que indirectamente se ha visto influido por su forma de hacer cine y que ha servido de inspiración a la hora de abordar otras películas desde una cierta intimidad.
Estas entrevistas en grupo pueden ser un poco frustrantes (no puedes dirigir la conversación hacia donde desearías y los temas a veces se enquistan en aspectos que parecen secundarios), pero las respuestas de Mia Hansen-Løve siempre superan a las preguntas. Contienen argumentos sopesados sobre el cine que quiere hacer y además desvelan algo así como la intrahistoria que subyace en sus películas y que se traduce en una implicación, en un destello personal que uno siente con aun más fuerza en el recuerdo que durante el visionado. Esto también ocurre en Eden, aunque aquí la directora se haya alejado de la adolescencia femenina que conectaba temáticamente sus anteriores trabajos. Pero sigue siendo ella, inconfundible, con esas escenas que se deslizan hasta formar una realidad de la que emerge un sentido mayor del esperado, una esencia tan difícil de nombrar como esa mezcla de euforia y melaconlía que define al protagonista, Paul, y acaso a toda una generación. Eden es todo esto que ya habíamos sentido pero también son sensaciones nuevas. Supone una ambición mayor, tanto a nivel narrativo (el periodo de tiempo que abarca la película alcanza las dos décadas) como de producción (la trama y el contexto histórico requieren un salto en puesta en escena y localizaciones). Ni rastro de los estereotipos de la vida nocturna, tampoco de la espectacularidad del videoclip. Alrededor de Paul orbita la noche y varias mujeres, amigos, la coca, familia… Son elementos que giran con él sobre el vinilo, alejándose o acercándose del borde pero que nunca llegan a desplazar lo que está en el centro, aquello que oímos con el latido de un amor constante: la música.
La película está inspirada en la vida de tu hermano Sven, que comenzó a ser DJ en la época de los años 90. ¿Cómo surgió la idea de hacer este proyecto?
Yo había hecho 3 películas y sentía que estaba llegando al final de cierto tipo de inspiración que tenía que ver con el duelo y la melancolía (porque Eden también es melancólica pero de otra manera). Quería hacer algo nuevo, al menos en la forma en que hacía y financiaba películas. Al mismo tiempo, mi hermano estaba enfrentándose a un momento duro, intentando superar su vida anterior, afrontando las cosas que se ven al final de la película. Creo que ambos llegamos a un punto en el que tenía sentido intentar sacar algo de todo ello y además hacerlo juntos.
También por aquel entonces vi Después de mayo de Olivier Assayas, una película sobre su generación y sobre lo que significó para él tener 17 años en los setenta. Me encantó la película, es muy íntima, y me hizo preguntarme de qué hablaría yo si tuviera que hacer una película sobre mi generación. No iría sobre la implicación política o los aspectos ideológicos porque eso pertenece a la generación de mis padres. Nosotros ya no creíamos en eso pero, aun así, entonces seguía habiendo algo poderoso y fuerte. Me di cuenta de que eso era la música.
Quería avanzar en mi forma de hacer películas, en cierta manera quería ayudar a mi hermano y tenía esta idea de hacer una película sobre mi generación y sobre el amor hacia la música que compartíamos mi hermano, yo y otros de nuestros amigos.
El guion está coescrito por tu hermano y tú, ¿cómo fue su incorporación a esta fase?
La película está dividida en dos partes: Paradise garage y Lost in music. No lo había decidido antes de empezar pero esta división se impuso mientras iba escribiendo y fui comprobando que el movimiento de la película era uno de up & down. Tenía algunas imágenes que sabía que iba a utilizar, pero no sabía realmente a dónde iba. Es la primera vez que escribo un guion así de abierto. Sabía que quería hacer una película sobre mi hermano y -como él también estaba haciendo- intentar extraer el sentido de su vida. Cuanto más escribía más involucraba a mi hermano y terminó siendo una coescritura, pero siempre mantuve la responsabilidad del storyline, los personajes… Sven nunca me presionó para ir en una dirección concreta y me dio total libertad. Incluso creo que mantuvo cierta distancia con su propia historia porque él mismo la rechazaba, quería librarse de ella y pasar página. Eso le permitó hablarme de sus recuerdos sin censura. En ningún momento intentó hablar de sí mismo como un héroe, como un artista, nunca le noté influenciado por un narcisismo o siendo complaciente.
¿Y cómo ha sido la reacción de tu hermano una vez terminada la película? ¿Le ha ayudado en algo el proceso?
Estuvo muy implicado en la preparación, la financiación y el rodaje, ha sido muy importante en cada uno de estos procesos. Creo que le ayudó a superarlo y también a reconectar con el mundo y la vida real. Puede ser duro verse en una película y especialmente en una que habla sobre el fracaso, pero lo ha llevado muy bien hasta ahora. Ha mantenido una distancia para crear la película, los detalles, y es ahora, cuando el film está acabado y la gente escribe sobre él, cuando de repente ha visto su autorretrato. Está muy feliz con el estreno y ha sido una aventura extraordinaria para los dos, pero creo que ahora está siendo realmente consciente del coraje que conlleva mirarse a uno mismo.
Volviendo al guion, ¿cómo avanzaste en la escritura partiendo ya de esa división en dos bloques?
Empecé a escribir y de repente mi cuenta de que tenía una película de 4 horas. Carlos de Olivier Assays fue una mala influencia. Para él había sido una aventura increíble y pensé “¿por qué yo no?”. Creí que podía hacer un relato épico sobre la música electrónica, sobre toda mi generación, describiendo personajes que nunca se habían enseñado antes, aportando cierta realidad sobre lo que fue vivir esa escena nocturna… Estaba tan emocionada sobre el proyecto, era tan estimulante que se convirtió en un especie de monstruo. Conseguí convencer a gente para producir estas 4 horas, dos películas que se estrenarían en dos semanas diferentes. Casi lo conseguimos pero cuando fui a las comisiones el proyecto se cayó. Los productores en este caso han sido mucho más valientes y arriesgados que la gente encargada de las ayudas públicas, aunque ellos están fuera del mercado y no tienen que recuperar el dinero. Me reprochaban que no había violencia ni suficiente dramaturgia en el guion, que era demasiado impresionista. En lugar de ver eso como su particularidad lo vieron como una debilidad. Después de año y medio intentando hacer este monstruo, cambié dos veces de productor y el tercero ya pudo hacerla de una manera más moderna, sin la ayuda de la mayoría de estas instituciones.
Sobre lo que has mencionado acerca de la violencia, la película muestra la vida nocturna y las drogas tienen un papel dentro de ella, pero podías haber hecho un retrato mucho más sórdido de ese contexto.
Muestro la vida nocturna tal y como era, no intento hacerla más fuerte, más espectacular o más glamourosa. Intento ponerla al mismo nivel que significó para mi hermano, ni más ni menos: fue parte de su vida pero no le mató, o le mató lentamente pero no en una forma espectacular. Intenté contar la vida de mi hermano esperando que a través de ella toda una generación se pudiera reconocer. También se podría decir que es una película sobre la juventud y eso la hace universal. Cuando haces una película sobre la música electrónica la gente puede esperar que hables de David Guetta y Eden habla sobre un tipo al que nadie recuerda, pero a través de su particular historia puedes contar las otras. Sentía que sería más interesante adentrarnos profundamente dentro de la vida de una persona que no pasar superficialmente por la de todos. Para algunos públicos la música es un obstáculo para entender de qué va la película.
A la hora de pedir subvenciones, me reprochaban que no había violencia ni suficiente dramaturgia en el guion, que era demasiado impresionista. En lugar de ver eso como su particularidad lo vieron como una debilidad.
Precisamente, hablando con un crítico francés me contó que una mujer tuvo que salir de la proyección porque odiaba este tipo de música…
¡Eso me saca de quicio! Hace una semana le enseñé la película a un crítico al que le habían gustado mis filmes anteriores y después de verla me dijo que era una película muy triste. Y sí, en Eden hay tristeza y hay fracaso pero no entendía por qué decía que era una película triste. “Porque es una película sobre gente cuya vida está tan vacía…”. Yo creo que ninguna vida está vacía, y la de ellos tampoco. Es una vida de gente que ama a la música, que se preocupó por ella, es una cosa hermosa. Es todo menos vacío. Este crítico no podía entender la música garage, no podía conectar con ella y entonces pensaba que era la nada. No creo que tengas que amar toda la música, pero uno espera que la gente tenga la humildad de aceptar, aunque no le guste esta música, que ha sido importante para una generación, que la definió, reconocer su existencia y que no fue en vano.
Uno espera que la gente tenga la humildad de aceptar, aunque no le guste esta música, que ha sido importante para una generación, que la definió, reconocer su existencia y que no fue en vano.
Ya para concluir, quería preguntarte sobre las cartas que aparecen en la película (son además un elemento común en tu filmografía) y por el poema de Robert Creeley que también se despliega por la pantalla.
Cuando empecé con esta película pensé que no habría cartas, que había acabado ya con ese tema, pero es algo natural que siempre vuelve, no lo hago a propósito. Creo que las cartas y la escritura han sido muy importantes en mi vida y que, de alguna manera, ya estaban también en esta película. La idea del poema vino muy pronto. Hace un par de años mi hermano me ofreció un libro de Robert Creeley y cuando caí en ese poema pensé que hablaba sobre la película que quería hacer. Cuando hice Un amor de juventud me ocurrió algo parecido con la canción The water, de Johnny Flynn. Me sentí muy conectada a su letra y al espíritu de la canción, lo que decía sobre la vida, el destino y el paso del tiempo… Me sucedió lo mismo con el poema, sentí que había sido escrito para la película. Y eso me ha pasado con dos cosas en Eden: con el poema y con la letra de la canción Within de Daft Punk. Lo que la canción dice acerca de estar buscándote a ti mismo y no ser capaz de saber quién eres me hizo llorar cuando descubrí el álbum porque se acercaba mucho a lo que quería contar sobre mi propio hermano.
There are so many things that I don’t understand
There’s a world within me that I cannot explain
Many rooms to explore, but the doors look the same
I am lost I can’t even remember my name
I’ve been, for sometime
Looking for someone
I need to know now
Please tell me who I am
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