Diría que fue más de un minuto pero quizá exagero, quizá sólo fueran 30 segundos que se hicieron muy largos. La película había terminado con una secuencia definitiva e irrevocable, el suicidio asistido de Michelle, una escena larga y angustiosa que había desembocado en esa oscuridad que ahora se vivía en la sala. Las luces no se encendían y me pregunté si el retraso se debería a un imprevisto o si el director habría exigido que la proyección fuera acompañada de esos segundos en negro, para permitir al espectador algo más de intimidad, para obligarle a continuar esa reflexión incómoda y la vez necesaria… ¿Podría yo hacer algo parecido? ¿Podría yo ayudar a que alguien se matara?
Cuando por fin se encendieron las luces apareció Fernand Melgar. Un tipo alto y delgado, vestido con americana gris y zapatillas de correr, con un acento francés y un deje andaluz. Sus primeras palabras: «Suiza es un país raro». Hijo de emigrantes españoles, creció allí y esa doble identidad ha marcado parte de su filmografía. Melgar clasifica sus películas como «cine de la intranquilidad» y durante la charla va buceando el castellano en busca de analogías que acierten a describir qué supone para él hacer documentales. Al final llega la adecuada: «El cine consiste en ver cosas y yo trato de buscar las que no se ven. Eso son los sentimientos. Me interesan mucho los momentos en los que no se habla, los momentos que son inexplicables. Por eso me cuesta mucho hablar después de mi cine, trato de dar una imagen a lo inexplicable y para mí eso es el misterio de la vida, el de la muerte… También el misterio de la humanidad. Con todas las guerras y la destrucción que ha habido, me parece un milagro que la humanidad siga existiendo, que todavía estemos aquí en esta sala, ahora mismo».
Siguió tratando de dilucidar su forma de hacer cine y poniendo ejemplos sobre la defensa de la intuición y del respeto hacia quien está frente a la cámara, pero me quedo con la sensación de que ni siquiera él mismo sabe muy bien cómo logra las cosas, cómo consigue que la mirada de una niña recién adoptada cuente todo el miedo y la fascinación que es la vida. Aunque esto entonces se base en una gran contradicción -la de explicar lo inexplicable-, lo siguiente es un resumen de lo que Melgar comentó en los coloquios del festival y en la clase magistral que impartió ayer sábado en Cineteca, dentro de la retrospectiva que le dedica DocumentaMadrid.
Lo humano, el núcleo de su cine
Para mí proyectar una película en una sala oscura está muy cerca de lo que los griegos entendían como catarsis. De manera muy humilde, trato de conseguir esa sensación en mi cine. En la antigua Grecia el teatro era donde se compartían las emociones y la plaza era donde se discutía la política de la ciudad. Yo sitúo mi cine del lado del teatro griego. Me molesta cuando en un documental están expuestas las ideas políticas de forma tan clara que en la primera imagen te dicen lo que tienes que pensar. Yo intento dejar espacio para que cada espectador encuentre su lugar y evitar los filtros, que en el documental puede ser una música o un comentario. Esta idea es esencial: no puedo filmar gente que no amo. Puede sonar un poco naíf y tiene ciertamente muchos límites, pero es fundamental para poder exprimir sentimientos que tengo. Siempre trato de poner la vida de los seres humanos en el centro de mi trabajo.
Puede sonar un poco naíf pero no puedo filmar gente que no amo. Siempre trato de poner la vida de los seres humanos en el centro de mi trabajo.
La mirada política en el cine documental
No soy un director militante, empezando porque la misma raíz de la palabra contiene «militar». No hago un cine de denuncia como por ejemplo puede hacer Michael Moore, que señala a alguien y dice «ese es el malo». Mi trabajo no es imponer ideas, sino hacer una proposición de punto de vista. Cada película que hago es una búsqueda personal, es un camino interior y no pienso tanto en la audiencia.
Álbum de familia supuso un gran escándalo en Suiza, me llegaron muchas cartas a raíz de su estreno y había personas que me insultaban por la calle. También por Vuelvo especial he recibido amenazas de muerte. La extrema derecha reunió firmas para proponer al Parlamento que prohibiera la difusión de Vuelo especial en las escuelas y hemos evitado la censura por muy pocos votos. Han llegado a pagar anuncios en el periódico para decir que la película era una mentira. En el fondo me han hecho mucha publicidad y el documental ha estado en el ranking de lo más visto durante semanas.
Sobre Exit – El derecho a morir
En el cine, como en cualquier otro acto de creación, pienso que siempre estamos hablando de nosotros mismos. Justo antes de ese film yo había perdido un hijo, había parado mi trabajo y no tenía ganas de vivir. En este caso yo no quería hacer un film sobre la muerte sino sobre la vida. Estaba en una incomprensión total y compartí tiempo con esas personas para comprender la muerte. Ahora no la comprendo mejor pero puedo convivir con ella. Cada película que hago para mí es como la primera, siempre tengo que sentir que estoy en peligro. Cuando digo que mi cine es un cine de la intranquilidad me refiero a eso, tengo que estar en una situación que no puede ser confortable.
No he estudiado cine ni tengo referentes cinematográficos. La composición del cuadro y la gestión de la construcción dramática no son preguntas que me haga cuando estoy pensando una película. En el caso de Exit yo no tenía ninguna dirección de imagen cuando me enfrenté al rodaje pero el operador y yo hablamos mucho, antes y después de la grabación. Discutimos muchos aspectos filosóficos porque él viene de una familia muy católica y por ejemplo no quería grabar la escena final, no sabía si lo que estábamos haciendo era pecado mortal.
No he estudiado cine ni tengo referentes cinematográficos. La composición del cuadro y la gestión de la construcción dramática no son preguntas que me haga cuando estoy pensando una película.
La cuestión identitaria
En mi primera película, Álbum de familia, le pregunto a mi padre si piensa en mí como suizo o español y me responde que no soy ni lo uno ni lo otro. Yo, en cambio, pienso que soy el uno y el otro y que esa es mi riqueza. Es una de las razones por las que hago cine, ese estar entre dos. Esto es muy importante sobre todo en el documental, donde se trata de construir un puente, dar la palabra a quien no la tiene, ver cosas que la mayoría de la gente no ve… Estar entre dos. Hoy en día nos estamos cerrando las puertas, no sólo en Suiza, también en Europa y cerrando las puertas nos va a faltar el aire. El cine documental trata de abrir ventanas, para tener luz y aire fresco.
El montaje
Siempre monto con la misma editora, creo que la base del cine es compartir y no podría editar solo. Me gusta esa idea del mundo del western cuando se encuentra un culpable y primero se le ahorca y luego se hace el juicio. En el documental ocurre algo parecido: primero se coge la realidad y después se piensa. En el cine de ficción es al revés: primero se piensa y luego se rueda. Yo tengo muy mala memoria y el documental me permite estar en un estado total de consciencia sobre un tema, reconstruir esa realidad, construir mi memoria pero tratando de no intelectualizar ese proceso.
Cuando estamos en la mesa de edición vemos y escuchamos lo grabado decenas de veces. En algún momento esas imágenes y esas palabras se vuelven música, escuchas cómo se está haciendo la melodía. Mi editora y yo incluso utilizamos términos de musicología: aquí suena mal, aquí hay una falsa nota, aquí habría que bajar un tono… En el montaje cuando estamos perdidos a veces cortamos el sonido y sólo trabajamos con la imagen. Y al revés, dejamos únicamente el sonido y editamos sin imagen. Es muy interesante trabajar así porque aparecen cosas nuevas que antes no habíamos descubierto aunque hubiéramos visto el material varias veces. Es un proceso fascinante, se tiene que tener mucha paciencia, no debes tener prisa.
Hacer un documental de observación es como segar el trigo, no estás seguro de que verdaderamente haya trigo, es sólo una suposición. Pero también me parece una guerra civil porque se trata de matar a tus niños, la gente que te ha amado, que te ha dado su tiempo. Es un momento de cortar y reducir la realidad pero para llegar a otro nivel.
El sonido
Es fundamental en mi trabajo y el micro de corbata es el mejor amigo que tengo. Siempre puedo registrar lo que se está diciendo y a la vez me permite ser un poco espía. Aunque el protagonista esté lejos yo siempre oigo lo que dice. En algunas grabaciones el espacio es reducido y tengo que estar en el cuarto de al lado pero, teniendo el sonido, es como si estuviera allí mismo. Por respeto al sonido directo nunca utilizo música extradiegética en mi cine. La utilicé en mi primera película pero después he tratado de simplificar las cosas, quitar todo lo inútil, lo que pone distancia. ¿Por qué poner un tambor cuando el protagonista va a hacer algo? ¿Acaso tú escuchas tambores en la calle cuando vas a coger el autobús? Tengo unos amigos con los que bromeo sobre crear un festival de cine documental sin música.
Por respeto al sonido directo nunca utilizo música extradiegética en mi cine. Trato de quitar todo lo inútil, lo que pone distancia.
Su próxima película: la historia de la extrema derecha en Suiza
Mi próxima película trata de la extrema derecha, que en Suiza ahora mismo es el partido más votado. «¿Y no le pondrán trabas para hacerlo?» He de decir que estoy orgullo de ser español y de ser suizo. Es una país que ha visto nacer la Cruz Roja, que ha acogido miles de personas y en el que hoy en día, aun pasando malos tiempos, tengo la posibilidad de criticar a ese país haciendo cine con el dinero del Gobierno. En los cines de Suiza el nivel de audiencia del cine documental es muy similar al del cine de ficción. Es una gran suerte. Mis películas se han emitido por televisión en horario prime-time y con interesantes debates posteriores. Vuelvo especial es el primer film en Europa en el que un equipo de grabación ha sido autorizado a entrar en un centro de internamiento. Dime otro país europeo en el que el Presidente de la Confederación vaya a ver esa película y dé respuestas claras al final de la proyección. Suiza es un país que se puede criticar pero también un país valioso.
*Algunas de las películas de Fernand Melgar se pueden ver
en su canal de Youtube*
Querida Andrea, gracias por este texto. Me has hecho lamentar que me haya perdido la retrospectiva de Melgar y que siga siendo un desconocido para mí tanto él como sus documentales. Pero a la vez he podido saber cómo mira, conocer claves para inmiscuirse y perderse en su obra cinematográfica y me has dado una idea de lo que puedo encontrar en sus imágenes. Me ha interesado muchísimo cómo expones y muestras todo lo que dice.
Y hay una frase que dijo que es lo que a mí me entrega muchas veces a una sala de cine y lo que busco que me aporte una proyección:
«Para mí proyectar una película en una sala oscura está muy cerca de lo que los griegos entendían como catarsis»
Besos
Hildy