¿Quién es Don Draper? Con este interrogante comenzaba la cuarta temporada de Mad Men. Muchas de las ficciones que se engloban en la ¿tercera? edad de oro de la televisión (norteamericana) tienen en la identidad uno de sus pilares argumentales. También fuimos averiguando quién era en realidad Walter White a medida que transcurrían los episodios (creo que espectador y personaje iban descubriéndolo casi a la vez, mirándose en el espejo y reconociendo lo que este les devolvía). Hemos ido viendo fragmentos del pasado de Don, se ha mostrado vulnerable y perdido cuando ese pasado se difuminaba o se volvía irrecuperable, entendemos por qué es como es, qué le hizo esconderse, por qué a veces siente esa necesidad de huir… Aun así, y a diferencia de otros personajes televisivos, sigue habiendo un hermetismo que hace de su futuro algo imprevisible. Todavía cuesta responder a la pregunta y, aunque la última temporada tal vez nos ofrezca más respuestas, en esta serie casi es preferible que siga el interrogante, que nunca sepamos con certeza quién es Don Draper…
Otras entradas anteriores