Irá por fases, estoy segura. Hubo una racha en la que desgastar las palabras merecía ser una ocupación a tiempo completo. Poder presumir de anécdotas e inventar unas mejores, rumiar cada gesto, hablarlo todo y a todas horas. Aquello consistía en convencer dando rodeos, sin atisbar las conclusiones. Era un parloteo circular, agotador pero adictivo. Llegar a pactar cómo hacer el amor: «¿tierna o violentamente?».
La Maman et la putain (1973) / Mes petites amoureuses (1974)
Ahora otra película suya, y por suerte hemos llegado la una a la otra justo a tiempo. Parte de lo mismo y habita los mismos lugares (mismos cafés y mismas películas, persecuciones idénticas) pero lo hace en silencio. No porque calle sino porque admite no tener nada que decir. Observa y espera, no es cobardía ni resignación, otro tempo. Surge la duda de si esto será melancolía de infancia, un talón de Aquiles emocional del que cuesta desprenderse pero quién dijo que ser mayor consistía en pregonar… También se puede pactar un beso en silencio. No, mejor aun: se puede pactar susurrando algo al oído, lo suficientemente bajo para que nunca lo podamos escuchar. Cuando el travelling comience las otras voces no podrán más que apagarse, fundirse a negro para dejarles solos… Y entonces únicamente se oirá la brisa.
Irá por fases, estoy segura. Ahora prefiero la brisa.
[Leer apuntes escritos, una breve recopilación de textos sobre Jean Eustache]
Pingback: Jean Eustache (II): Apuntes escritos | Filmin 365·