2013 embotellado

Captura de pantalla 2013-12-30 a la(s) 10.14.31«Quisiera que se inventara algo para embotellar los recuerdos, igual que los perfumes, y que nunca se desvaneciesen. Y que cuando yo quisiera pudiera, destapando la botella, volver a revivirlos»

Hace unos días, con motivo del estreno de la película colectiva Centro histórico, Víctor Erice hablaba en Cineteca sobre la fascinante capacidad que tiene el cine para revivir fantasmas. Esta semana, revisionando Rebecca (Alfred Hitchcock, 1940), esa huella espectral reapareció con intensidad. Ahí está el cuerpo de Joan Fontaine, en presente, dirigiéndose a Manderley una vez más y aun sabiendo que esa posibilidad es ilusoria sigue ocurriendo de nuevo. Quizá ese invento que anhelaba su personaje ya exista y sea el propio cine, una botella que al destaparse consigue que los fantasmas se pongan a andar.

A la hora de embotellar recuerdos, uno puede fiarse de su memoria o dejarlos por escrito para intentar conservar algo de esa precisión que sólo pertenece al aquí y al ahora. Los meses que lleva abierto, este blog ha servido para embotellar los míos. Es una nube que no se sabe muy bien dónde está pero que con un simple click logra destaparlos, desde el primero (aquel truco de magia que Orson Welles hacía con Juliette Binoche e Ingrid Bergman como testigos) hasta el último, que vendrían a ser unas servilletas de papel en las que nos atrevimos a escribir las que considerábamos que eran las mejores películas de la historia del cine. Como era de esperar, a las dos horas ya nos arrepentimos por haber dejado grandes clásicos fuera del listado. Aunque parezca una tontería, en algunos casos esos papeles que en la cena de Navidad corrían por la mesa arriba y abajo me contaron más de sus dueños que las cuatro palabras que nos habíamos cruzado los días anteriores.

Si las películas entonces ya son como botellas que vamos ordenando en una bodega que nos define (lo sepamos o no, queramos o no), en este último texto del año prefiero reservar espacio para esos momentos que gravitan en torno al cine, que llegan a rozarlo aunque no haya cámaras de por medio. Aun caprichosos, con el tiempo han acabado adquiriendo un sentido mucho mayor. Por ejemplo, metería en la botella el recuerdo de ver sus manos en plano detalle, repitiendo su gesto favorito pero inconsciente de colocar el pelo detrás de la oreja. También incluiría a aquel desconocido de San Sebastián que, cuando se encendieron las luces del Victoria Eugenia, me dijo que había reconocido mi risa por la sesión anterior. Desde esa misma ciudad arrojaría la promesa que me hice, al ver a Gloria y a Jazmín, de grabar algún día a una mujer bailando -ya tengo en la cabeza un suelo y un vestido, ahora debería encontrarle una canción- y al volver a Madrid rescataría las conversaciones que tuvimos sobre las curvas de color y las máscaras que llevamos en las altas y bajas luces, porque no hay nada mejor que hallar esa tonalidad con la que puedas identificarte. Siguiendo por ahí, guardaría con cariño los síntomas de valentía que consiguieron concluir aquella exportación titubeante  o las clases de teatro en las que los juegos y la improvisación me permitieron comprender el admirable estado de disponibilidad que consiguen los actores. Son nuevas manchas en el cuaderno que sigue reuniendo excusas para no ser de otro.

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Las entrevistas serían otro aporte fundamental a esta botella de 2013. Han sido varios los encuentros con café o cañas en los que he tenido la suerte de poner la grabadora delante y escuchar cómo se ha hecho una película, una serie, un oficio. Ahora me asombro al pensar que la primera fue con David Navarro y que de aquella conversación salió Fantasma, un largometraje que rodamos poco después entre los calores de julio y con Sergio portando la pértiga, creyéndonos de verdad que éramos invencibles aunque el plan de rodaje se modificara cada cinco minutos. Me acuerdo también de Álvaro, el proyeccionista que acabó desterrando la timidez de la que tanto me había advertido y finalmente me contó que años atrás había abandonado su cabina para irse a Uruguay en busca de un amor que aun sigue por Latinoamérica.

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Incluiría en el frasco las ganas de manosear las imágenes, sin miedo a que te vayan a morder, descubriendo que están deseando que las juntes con otras para recibir una segunda capa de pintura que las haga más brillantes. Es bonito imaginar incluso que continúan hablando de sus cosas aunque ya no las oigamos. Seguirán por aquí por si algún día hay que dar dos pasos atrás y pedir prestado un beso o recuperar la libertad de aquel paseo en el que las calles podían ser otras aun siendo las mismas…

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Inquietud ha sido la palabra que ha gobernado diciembre, quizá porque este mes he conocido a personas que saben mucho más de lo que yo sabré nunca y sin embargo muestran unas ganas intactas por seguir conociendo. Tardes en las que un plano secuencia o un subrayado musical podían generar debates de una intensidad que ya le gustaría al fútbol. He comprobado una vez más que pensando las películas nos pensamos a nosotros mismos y que si la inquietud anda cerca nada está perdido. Han sido charlas en las que, por debajo de los gustos y el pasado cinéfilo (qué poco me gusta esa palabra), se percibía una sensibilidad común que nos sitúa en frecuencias afines* y a la que se le puede añadir una nueva banda sonora algo invernal y azulada. A veces mi frecuencia se vuelve analítica y al día siguiente se despierta sentimental -hoy parece uno de esos días- pero por suerte cada vez es más propensa al cruce de caminos. Voy aprendiendo que al compartir siempre ganas un valioso contraplano y, aunque algunos días corro el peligro de creer que todo pasa en una sala a oscuras, acabo recordando que -como el cine, como en aquella anécdota del jersey– la vida también está «entre los fotogramas».

Aquí queda embotellado la mitad del año 2013. Descorchemos el siguiente.

https://www.instagram.com/p/ilP13dmbzn

*Para sintonizar nuevas frecuencias: 

Revista Magnolia – La película del día – La butaca azul – Tierra filme – Found footage –  Versión original sin palomitas – Las gafas de Mastroianni

Una respuesta a “2013 embotellado

  1. Buena botella de recuerdos 2013 la tuya…
    De calidad.
    Ahora empieza este nuevo año… lleno de sorpresas. Y la caja de música empieza a atrapar momentos…
    FELIZ 2014, Andrea
    Te seguiré leyendo, ya lo sabes
    Un beso
    Hildy

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