En un reciente estudio publicado por la revista TELOS, Miguel Fernández Labayen, Elena Oroz y Josetxo Cerdán analizaban la acertada estrategia de distribución y promoción que llevó a cabo Mapa (2012), ópera prima de Elías León Siminiani. Esta película, a priori destinada a un circuito alternativo, pudo acceder a las salas comerciales y además supo complementar esa presencia con un recorrido por otros espacios del territorio nacional (filmotecas, centros culturales…) y una distribución simultánea en plataformas digitales (Filmin, Filmotech, Canal + Yomvi).
Esta pluralidad y superposición de ventanas (habría que añadir también su intensa participación en festivales internacionales) parece haber sido la opción elegida para distribuir Gente en sitios (2013), el nuevo largometraje de Juan Cavestany. Su estreno en salas será el 20 de diciembre, el 15 de enero ya estará disponible online a través de Filmin y ese mismo día Cameo la pondrá a la venta en DVD. Las sesiones (de momento únicamente en Madrid y en Barcelona) contarán con la visita sorpresa de actores y actrices de la película y se repartirán cupones que podrán canjearse en bares asociados a la promoción. Se trata por tanto de incentivar al máximo la venta de entradas y convertir la exhibición en un evento.
Al igual que sucedió en Mapa, la estrategia de comunicación de Gente en sitios también tiene un pilar en las redes sociales, donde se está intentando generar una comunidad e implicar al equipo y a otros profesionales del cine en su promoción. Si Mapa nos propuso una creación de vídeos paralelos en forma de making of (DÓNDE: En Mapa, una serie de clips publicados online de manera regular), los responsables de Gente en sitios también están empezando a publicar contenidos adicionales en una clara apuesta por la viralidad, manteniendo siempre la coherencia con la estética y el humor de la película. En uno de los vídeos -grabados con teléfono móvil- vemos a Gustavo Salmerón saludando desde Times Square: «Todo esto era campo», nos dice; también Raúl Arévalo nos lo recuerda desde una cocina y Javier Gutiérrez lo grita corriendo por el campo. Mientras que los esfuerzos promocionales en Mapa estaban orientados a legitimar el aspecto artístico de la propuesta e introducir al público la sugerente hibridación entre lo ficticio y lo documental, Gente en sitios se está centrando en la presentación de su gran elenco de actores (nombres como Maribel Verdú o Alberto San Juan) y también en anticipar el tono surrealista y por momentos absurdo que caracteriza el filme.
La revitalización de los trabajos previos de ambos directores de cara al estreno también es significativo. Los cortometrajes de Siminiani, una buena síntesis de lo que ofrecería en Mapa, fueron objeto de una muestra online en Márgenes y los dos largometrajes anteriores de Cavestany, Dispongo de barcos y El señor, formarán parte de la edición especial del DVD de Gente en sitios.
Todas estas iniciativas demuestran que, aun gozando / arrastrando la pertenencia al «otro cine español», ni Mapa ni Gente en sitios se han resignado a ser vistas únicamente en los márgenes. A veces sucede que en cuanto una película entra bajo el paraguas de la citada etiqueta, su proyección se limita en lugar de crecer. Se la arrincona a un circuito minoritario de salas alternativas cuando, tanto por su contenido como por sus formas, bien podría optar a uno mayor. El salto al sistema industrial sería utópico para películas independientes como estas sin no hubieran logrado una alianza con productoras ya establecidas. La vinculación de Siminiani con Avalon y Pantalla Partida y la de Cavestany con Apaches Entertainment han resultado imprescindibles para que el horizonte de sus películas pudiera incluir salas comerciales, festivales de todo el mundo y una cobertura mediática nacional.
De esta forma, lo que comienza como dos proyectos autoproducidos en un determinado punto del proceso (más o menos tardío) se convierten en películas finalizadas o, al menos, presentadas en sociedad desde el interior de la industria. Son en estas complicidades donde se adivina un futuro más prometedor para el cine de bajo presupuesto. Complicidades que se benefician de la coyuntura y de la escasa fuerza productiva de la industria y complicidades que rara vez surgen al inicio, sino más adelante cuando el riesgo está minimizado, pero complicidades al fin y al cabo. Gracias a estas uniones, a la habilidad por detectar las necesidades de cada proyecto y al esfuerzo por crear nuevos caminos entre cine y público, dos películas tan estimulantes como estas pueden obtener la visibilidad que merecen. Ojalá sigan viniendo.
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