Saliendo de lo académico, a veces las definiciones de andar por casa consiguen ser más ilustrativas. Justo antes de comenzar la proyección, una mujer que se sentaba detrás de mí se lo comentó a su amiga: «A ver si entendemos la película porque este hombre siempre va para delante y para atrás, para delante y para atrás»… Sin quererlo había dado una de las claves del cine de Hong Sang-soo.
Tras ver en pocos días algunas de las películas que conformaban el ciclo que el Festival de Gijón le ha dedicado al cineasta coreano, los recuerdos de aquellas historias se entremezclan. Me acuerdo de habitaciones de hotel y discusiones, gorras y cigarrillos, paraguas, botellas… pero ahora mismo me sería imposible decir a qué película concreta pertenece cada uno de estos recuerdos. Si uno está un poco atento rápidamente descubre los rasgos más reconocibles de su estilo cinematográfico. El suplemento en colaboración con Caimán Cuadernos de Cine y el libro que ha publicado el Festival junto al equipo de CineAsia son una buena guía para hacerlo: personajes del mundo del cine, zooms, reiteración, variaciones, planos largos, cotidianidad… Las mismas piezas pero siempre dispuestas sobre la mesa de forma diferente. En la segunda, tercera, cuarta película ya percibes esa sensación de reencuentro, de déjà vu. Y de ahí estas capturas. Estos días yo también ando para delante y para atrás entre los recuerdos que me han dejado sus historias y lo leído sobre él.
El comienzo
El cartel, los colores y la música, sobre todo esas músicas breves que acompañan los títulos de crédito.
Utilizaba el cine como una protección. Me puse a beber. Estaba devastado. En Estados Unidos nada me parecía importante porque me encontraba fuera de Corea. Hacía películas experimentales, pensando ingenuamente que, en las películas narrativas, no podíamos hacer otra cosa que algo ya codificado. Es cuando vi por primera vez Diario de un cura rural de Robert Bresson cuando decidí hacer películas narrativas.
La mayor parte de la música suele tener sus propias emociones, emociones fuertes, que suelen ser simples, típicas, vívidas. Por ende, trato de ser muy cuidadoso cuando la uso, para no ahogar en ella lo que sucede en el relato.
«La lluvia me da ganas de beber» (Hahaha)
Las botellas verdes de soju, una larga sobremesa que pasa factura al levantarse. Se bebe para brindar entre recuerdos como en Hahaha o para olvidar como en Nobody’s daughter. Se bebe mucho y en plano lateral. Cuando todos están borrachos alguien dice lo que piensa, lo grita y acusa, se discute. El alcohol como válvula de escape para perder los papeles.
Cuando busco localizaciones, no las miro únicamente como si fueran un paisaje, sino que me interesan los elementos que están presentes. Los desafíos más grandes que tiene mi departamento de producción tienen que ver con cambiar pequeñas cosas, como un mantel, un tipo de cortina o una lámpara.
Ella(s) en otro país
¿Porque es una o son tres? Todas esas ligeras variaciones que un mismo cuerpo y un mismo lugar podrían acoger.
Al comenzar una película mi propósito es identificar algún tipo de patrón que parte de la vida diaria. La repetición no es el objetivo. Esta simplemente aparece.
«¿Me haces una mamada?»
En sus primeras películas sexo insatisfactorio, interrumpido por una llamada o una visita, a veces demasiado rápido. En el suelo, él sobre ella, poco ruidoso. El deseo sexual obsesivo que habla de una sociedad y esa moral que se eterniza. Recuerdo más polvos que besos.
Aunque mis escenas de sexo se parezcan, estoy convencido de que no pueden nunca ser idénticas. Escribo todos los días. Todo lo que me llega entre tomas me influye. Puedo utilizar perfectamente alguna cosa escuchada en el autobús. Niños que suben una colina puede recordar a un rodaje. Es necesario dejar todo abierto hasta que al final se decida todo en un instante.
El aire frío de los paseos y las conversaciones
La nieve, los charcos y el halo de vapor que sale de la boca al respirar. Se está de paso, en tránsito, un paréntesis. Perderse de vista y volver a encontrarse, seguir caminando. Las calles de esas ciudades nunca se acaban.
El espíritu cambia tras andar durante dos horas.
«Sólo veo lo bueno de las cosas» (Hahaha)
Hay intentos de suicido, violaciones, desesperación y rupturas pero nada está contado desde lo destructivo. Siempre quedan ganas de seguir, aunque sea para emborracharse una vez más.
Todavía no he descubierto algo que podría definirse como significado; lo que hago cuando empiezo a filmar una película es intentar descubrir una especie de algo.
Las preguntas que acostumbro a hacerme sobre mis películas son: ¿Comencé con la actitud correcta? ¿descubrí algo? Si es así, ¿cuánto descubrí a lo largo del camino? Pero no pienso en mí mismo como un autor. Tampoco pienso que no lo soy.
Filmar es una extensión de uno mismo pero también es una actividad que en un momento se termina y adquiere una forma. Cuando termino una película, siento que he superado un determinado obstáculo. El hecho de filmar me hace realmente bien como ser humano y espero que a algunas personas les pase lo mismo al ver mis películas.
*Declaraciones extraídas de entrevistas a Hong Sang-soo en Intermedio, en Caimán Cuadernos de Cine y el libro «VR3,2: Variaciones con repetición de tres elementos tomados de dos en dos» (Gloria Fernández y Enrique Garcelán –CineAsia-)
*En otro país está disponible en Filmin y editado en dvd por Cameo. Intermedio ofrece un pack de 5 películas del director. Su último filme Our Sunhi (2013) aun no tiene distribución en España.
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