Gijón (II). La prudencia es el enemigo

Henri y Gabrielle
Qué lástima cuando se quiere hablar de algo y uno no se atreve. La actividad sexual de las personas con discapacidad mental es un tabú que Henri rodea durante toda la película sin atreverse a encararlo de frente. La directora y guionista (también actriz) Yolande Moreau cuenta con buenas maneras y un comienzo prometedor la historia del viudo Henri y Rosette, una joven discapacitada. Consigue un tono que favorece a los personajes pero termina refugiándose en la elipsis. Llega la escena en cuestión y salta a la mañana siguiente, como si aquello no fuera importante. En lugar de crecer y contagiarse de esa confianza, la historia va a menos, arrastrando con ella a Henri y a la mariposa blanca. Por suerte la banda sonora de la propia película parece hablar desde el futuro y el estribillo del tema central dice así: We’ll be old and think of all the stories that we could have told (Seremos viejos y pensaremos en todas las historias que podríamos haber contado). Henri podía haber contado una más honesta y la deja pasar de largo.

HENRI_YolandeMoreau_01©ArnaudBorrel

En cambio Gabrielle, de Louise Archambault, lo intenta con más fuerza. Puede que la estética indie le vaya pasando factura pero no se acobarda cuando llega el momento. La chica del título y Martin, ambos con retraso mental, se besan y se tocan, reclaman su independencia, su derecho a amarse como adultos. Se habla de la maternidad también, de la sobreprotección y del difícil equilibrio que tienen que hallar los familiares: estar ahí y dejar volar, estar ahí y seguir con sus vidas. Si en Henri se detecta una cierta distancia aquí el retrato es más cercano, Gabrielle es de verdad, esquiva la trampa de la condescendencia y la directora cuenta lo que quiere contar.

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Les Garçons et Guillaume, à table!
Y por último, en esta película Guillaume Gallienne demuestra que el destierro de la cobardía también puede hacerse con sentido del humor. Pone las cartas sobre la mesa contando esta historia sobre su juventud y el extravagante descubrimiento de afrontar su heterosexualidad. La película no disimula sus antecedentes teatrales, sino que les saca partido. Su creador se sube literalmente al escenario para interpretar el papel del protagonista y el de la madre de éste, estrujando los estereotipos (españolas bailando sevillanas, ingleses ofreciendo el té…) y sin reticencias. Sin miedo a la primera persona ficcionada, a reírse de sí mismo.

Guillaume creía haberse encontrado pero se da cuenta de que son los otros quienes le habían definido… ¿Será inevitable que tu identidad se conforme a partir de la mirada del otro? En este caso, olvidarse de la prudencia ya es un paso para que eso no ocurra.

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