San Sebastián (I): Escribir desde un festival

En realidad debería ser parecido a cuando estás en casa. Uno se sienta en la silla, frente al ordenador, y teclea lo que piensa. Lo que ocurre es que estos días la silla es diferente, la habitación es distinta y la ciudad es otra. Y eso cuando hay silla porque por ejemplo ahora mismo lo que hay es un banco, tampoco tengo ordenador, sino libreta y boli y lo mejor de todo es que no hay paredes. Al levantar la vista del papel te encuentras el mar.

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Dejando la logística a un lado, resulta difícil escribir desde un festival, al menos a mí me lo parece. Las películas se convierten en pases y la sesión de las 12 es la que va después de la de las 9 y media, y el pase de las 4 el que va antes del de las 7. Al final es inevitable que los pases (películas) se terminen contagiando y tú también te contagias del festival, no es algo negativo. La pasión o desidia que te provoca un filme a las 10 de la noche de un viernes en San Sebastián quizá sería el doble o la mitad del furor que te arrancaría un miércoles a las 5 en Madrid. Sería la misma película pero cambia el contexto y cambias tú, cambia lo que has visto antes y lo que verás después.

Sobre el papel la puesta en escena de los festivales no está diseñada para pensar las películas, es un cursillo rápido para dejarte llevar por la intuición y aprender a confiar en ella. También a llevarle la contraria una hora después. Sales del cine con impresiones apresuradas y un estado de ánimo que antes de intentar entender deberías disfrutar. Puede que al rato ya lo hayas desmontado (o te lo hayan desmontado), no pasa nada, no es un error dudar. Las opiniones inamovibles están sobrevaloradas, vacilar ante una película y sentir ese «ahora me gustas, ahora no» es parte del juego. También lo es el de encajar juicios lúcidos en 140 caracteres, un análisis exprés con coletillas del tipo «guión mal estructurado», «casting fallido», «clímax desaprovechado». Son sólo apuntes que se vomitan al salir de la sala e ir corriendo hacia la siguiente, no hay ambición de sentar cátedra, al menos así deberían escribirse y así deberían leerse porque en los festivales cada día nacen y mueren varias obras maestras. Tienen una vida corta, quién sabe si la de esta mañana llegará viva a la noche, por eso hay que disfrutarlas con intensidad, ir arañando huecos entre pases para rumiarlas, mesas libres en cafeterías, paseos de vuelta a casa… Reservarse esos tiempos muertos para tirar de libreta y apuntar aquella frase, aquella escena, esos planos que siguen resonando horas después de la proyección. Esas pistas son las buenas. Son las que luego aparecerán en una conversación reposada, cuando haya suficiente confianza para extrapolar argumentos a uno mismo y darte cuenta de que has visto más que una película.

Pero eso ahora tendrá que esperar un rato. De fondo suena la última llamada del tiovivo que está frente al ayuntamiento. Hay que irse ya, en pocos minutos comienza la siguiente película. Quizá mañana podamos quedarnos a ver el atardecer.

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2 Respuestas a “San Sebastián (I): Escribir desde un festival

  1. Qué envidia más sana me provocas…
    Además está haciendo unos días maravillosos.
    Donostia es tan hermosa…
    Yo estuve yendo varios años seguidos al festival y me encantaba.
    Y es que además nada suple esos cuadernillos y apuntes… Son imprescindibles.
    Con muchas ganas de que nos cuentes todo lo que estás viendo…
    ¡Ay, el txacoli! ¡Ay, esas barras llenas de pinchos! ¡Ay el Kursaal! ¡Y el teatro principal en la parte antigua! ¡Ay, la Concha!… ¡Ay, el cine, mucho cine!
    Que me pongo nostálgica.
    Besos
    Hildy

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