Habíamos dejado al resto dos calles más atrás y entonces él rompió el hielo: “Y ahora ya, al margen del discurso oficial, ¿qué tal estás?” Con una pregunta tan sencilla había logrado abrir un espacio de sinceridad, como reconociendo que las conversaciones en el grupo siempre estaban limitadas a una generalización de temas que ahora, los dos solos, podíamos esquivar. El diálogo fue fluyendo según avanzábamos hacia Gran Vía, y poco a poco nos íbamos contando lo que nos había pasado durante estas semanas. Lo que nos había pasado de verdad, no lo que sueles resumir en dos líneas cuando te lanzan un apresurado “¿qué tal todo?”. Poco después vino la segunda frase que se me quedó de aquella noche: “Es que tal vez no sepamos qué es el amor a los 24”. Al llegar a casa las apunté. No por miedo a olvidarlas, son dos frases bien sencillas, sino para recordar la sensación de naturalidad, de cómo las palabras entre dos van formando un camino de confianza y cuando tú te descubres el otro también se expone un poco más. Al igual que las notas de esta canción (tímidas hasta llegar al estribillo), la valentía va de uno a otro y las corazas ceden unos centímetros. Todo esto para terminar comprobando que estáis en el mismo punto: con 24 años, intentando distinguir el amor de todas esas otras cosas que se le parecen tanto…
Estos días, días extraños (días raros), están siendo acaparados por las conversaciones. El revuelo alrededor de Antes del anochecer me hace pensar que teníamos muchas ganas de que nos hablaran, de hablar nosotros, también de escuchar. No hay quién nos entienda. Solemos defender la máxima de que el cine es mostrar («mejor poner a un personaje haciendo algo antes que anunciándolo»), pero estoy segura de que a todos nos costó despedirnos de Celine y Jesse en aquella mesa junto al mar. Hablan y hablan y nosotros no nos cansamos, señal de que es un diálogo inagotable formado por tantas capas que conectan con el pasado -el suyo y el nuestro- que resulta difícil de explicar con palabras. Pero es mejor intentarlo, esforzarse en ponerle nombre y adjetivo a lo que has visto y sentido porque así, según vas recordando escenas, según te hacen ver referencias que a ti se te habían escapado, según añades contexto y lo compartes, la película crece. La canción coge ritmo. Todo está en los detalles…
De los destellos pelirrojos de la barba de él a las pestañas rojizas de las niñas.
La transformación del amor.
Al igual que las frases sencillas, películas como esta también consiguen abrir espacios de sinceridad. En las cenas, entre la pareja, con amigos. Difícil encontrar a alguien que les conozca y permanezca indiferente ante su regreso o ante el recuerdo que habían dejado. También promueve conversaciones con uno mismo. Haces memoria de cuáles eran tus expectativas hace 18 años, de lo que pensabas del romanticismo hace 9, de lo mucho o poco que has cambiado desde entonces hasta hoy.
Antes del anochecer es una invitación a saltarse el discurso oficial a la torera. La pregunta rápida sería «¿te ha gustado?» y a eso podríamos contestar en un pispás, incluso echar mano de las palabras del cartel («maravillosa», «obra maestra», «hilarante») pero la película merece más que eso. Si han hablado por nosotros todos estos años, qué menos que hablar nosotros ahora sobre ellos… Al salir del cine o días después, en persona o por escrito, con alguien cercano o todavía distante, frente a un vino o a un café… Hablar supone conocerte y asumir el riesgo de conocer al otro. Quizá, al igual que aquella noche yendo hacia Gran Vía, puede que descubras que seguís dándole vueltas a lo mismo. Ahora con 25, sí, pero aun preguntándote qué de todo lo que te van mostrando crees que es el amor…
*Dejamos aquí alguna muestra más que recomendable de lo hablado sobre esta trilogía:
-María Adell: Cómo ser Richard Linklater
-Carlos Reviriego: Itinerarios de Linklater por las edades del amor
-Sergi Sánchez: El tiempo recobrado
-Jonás Trueba: Poética de Richard Linklater
-Manu Yáñez: Antes de la medianoche: La vida en fuga
–Summer Talks, vídeo del encuentro en el Lincoln Center entre Richard Linklater, Ethan Hawke y Julie Delpy
-Y nuestro antiguo post: Bucles temporales y románticos
Fotografía extraída del blog The Thinking Tank
Canción de la banda sonora: The best summer of my life
Todavía la estoy pensando (todavía me encuentro dialogando con Jesse y Celine)… no me decepcionó… me fascinó de nuevo. Me gustó de nuevo oírles conversar.
Me gustó escucharlos de nuevo en la soledad pero me emocioné en esa comida con los amigos de las vacaciones griegas…, distintas generaciones, y todos con visiones muy diferentes del amor. Y todas ricas y válidas.
Me encantó ese después de y se fueron felices y comieron perdices… y como del amor romántico (nuestras famosas proyecciones del amor) se pasa al día a día…, a construir la relación con encantos y desencantos, con encuentros y desencuentros… y ese aferrarse a lo que merece la pena del otro… (esa barba a la que ya le van saliendo canas). Con las dudas continuas y las complejidades de cada uno, con momentos buenos y malos.
Y cómo bajo su aparente sencillez hay un montón de capas para pensar, analizar y charlar.
Como siempre un texto y unas imágenes que tienden un puente para seguir reflexionando. Gracias por los links. Yo sigo pensando y conversando con ellos para que salga de pronto un texto.
Besos
Hildy
Y ya veo que ha nacido ese texto. Lo pongo aquí para que quien pase por esta entrada también pueda leer tus recuerdos sobre la película. Me ha gustado mucho y está muy bien traída la referencia a la screwball comedy y ese «ni contigo ni sin ti».
http://www.hildyjohnson.es
Besos,
Andrea
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