Un capítulo de la sexta temporada de Los Soprano comienza siguiendo al cocinero Vito Spatafore y durante 45 minutos la cámara no se separa de él. Fue viendo este episodio cuando David Navarro, creador de Nada que celebrar, tomó conciencia de lo que era una serie. «Después de odiarlo durante varias temporadas, me enamoré de ese personaje y me enamoré del concepto de serie porque te permite empezar un capítulo con los créditos e irte a por una sola historia. Además, una serie evoluciona mientras se está viendo y puedes notar el pálpito de la gente sobre tus personajes».
Nómada digital y autodidacta, David Navarro se define por encima de todo como creador de series. Después de cursar un máster de cine, en 2008 confeccionó Oído caníbal, una ficción de 120 minutos que fue comprada por Canal Plus. De aquella experiencia extrajo varias lecciones que a lo largo de la entrevista van apareciendo como pequeñas máximas, esos «diez mandamientos» que también detalla en su blog y que se toma muy en serio.
El primero es claro y rotundo: «Yo hago series porque veo series». Ahora bien, no te lo imagines como el seriéfilo atado al calendario de visionados o contando los días que faltan para los upfronts. Se ve a sí mismo como «alguien que tiene ideas que podrían derivar en una novela si se me diera bien escribir. Tengo pocos antecedentes seriéfilos pero muy profundos. El caso de Louie si hay que tatuárselo me lo tatúo, es una profundidad máxima.»
Esta serie, emitida por FX y dirigida y protagonizada por el cómico norteamericano Louie C.K., es la principal referencia de la última creación de Navarro, Nada que celebrar, ya disponible en Filmin y en Yomvi y que a partir de este viernes 14 comienza a emitir Canal Plus. No le cuesta decir que se inspiró en Louie con mucha pasión. Diseccionó la serie, estudió sus estructuras anárquicas, el uso del metalingüismo, las variaciones de tono, los guiños surrealistas y extrapoló todo ello al mundo de los actores españoles.
A la izquierda, la escatología de Louie; a la derecha la de Nada que celebrar.
Puntos en común de la realización: planos largos en los que el ritmo lo marca el diálogo y planos cercanos expresivos, para crear atmósferas oníricas.
Las referencias están bien visibles, en ningún momento las oculta pero las envuelve de una verosimilitud que engancha. «Intento escapar del americanismo por el americanismo, del chiste por el chiste. Me gusta el concepto de poner unos alfileres como estructura y tener que pasar por esos puntos para luego recubrirlos de un tejido orgánico. Marcarte un recorrido pero recorrerlo desde la cercanía y la realidad». En Nada que celebrar esa realidad incluye a una actriz llamada Cristina -interpretada por Cristina Soria-, capaz de echarle morro y enfrentarse a cualquiera, a Jordi -Jordi Aguilar-, un actor de treinta y tantos cuyos padres se avergüenzan de la profesión de su hijo y a Santiago -Santiago Nogués-, el mayor del grupo, un contable que trabaja para una empresa de la que no sabe ni a qué sector pertenece. Los tres, unidos por el cortometraje Zapatillas (del cual no vemos ni una imagen y eso aun agranda más su leyenda), intentan abrirse paso en el universo de la interpretación actoral, que abarca no sólo los ensayos y los castings sino también todos esos trabajos -algunos más denigrantes que otros- que les dan de comer.
También en las tramas hay relación entre ambas series, como los ligues habituales o los esfuerzos por ser un buen padre.
La segunda regla que Navarro tiene grabada a fuego se cumple en el rodaje: «No tener vergüenza ni prejuicios, es algo que ya se ha convertido en mi religión». Con una cámara Canon 7D y unos micros inalámbricos, el equipo -reducido al mínimo: actores, director y un ayudante- muchas veces se plantaban sin permiso en las localizaciones y se ponían a grabar. «Una de las ventajas de trabajar tú solo es que no tienes que hablar con nadie para cambiar el plan de rodaje» pero Navarro también admite los inconvenientes de esta dinámica. «No tienes mucho tiempo para pensar, llegas a un sitio y grabas» y aunque va cogiendo confianza con la cámara («ahora ya tengo clarísimo dónde ponerla y por qué») piensa que sus puntos fuertes son la escritura y el montaje. «No es muy popular decirlo pero es algo de lo que estoy muy contento: todo se graba con las palabras que están en el guión«, un guión que fue construyendo con anécdotas, algunas personales, otras de amigos y conocidos.
Los guiños surrealistas y lynchianos en ambas series
y el personaje de la madre pasada de vueltas.
La comicidad de Nada que celebrar y la de Louie -que hace poco analizaban Carlos Reviriego y Jaime Pena en Caimán. Cuadernos de cine- como la de tantas otras series que beben del posthumor -The Office, Extras o ¿Qué fue de Jorge Sanz?- está diseñada para provocar incomodidad en el espectador y no evita lo políticamente incorrecto. Decir esto equivale a decir que Nada que celebrar no tiene cabida en las cadenas generalistas españolas. Ni por el tono ni por la duración, 6 capítulos de 25 minutos que incumplen el rígido estándar nacional. Pero por suerte esto no fue un impedimento para que Filmin y Canal Plus acabaran confiando en su potencial. David Navarro sabe dónde están sus futuros espectadores: «La única vía para hacer algo distinto en este país es Filmin y las cadenas de pago como Canal Plus, TNT y Paramount Comedy, pero económicamente no están en buen momento. En los canales generalistas es imposible, el riesgo que toman es nulo». Quizá estas pocas ganas de variar la fórmula explican que en la parrilla nacional se recurra tanto al chiste fácil y al costumbrismo, algo que a Navarro le produce sarpullidos. «Esa cotidianidad española que se intenta retratar desde las televisiones nacionales me enerva. Se ha prefabricado el concepto de serie al igual que ha pasado con la publicidad. Según los anuncios, en este país vivimos en Estados Unidos». A pesar de estas quejas, no ve en las televisiones una falta de responsabilidad. «A veces metemos la mata pensando que hay una transcendencia ética en los contenidos que produce la televisión» y añade «si las cadenas no quieren producir Louies es porque viven de ello y no se les puede echar en cara porque su objetivo fundacional es ser una empresa.»
Teniendo esto claro, él no es de los que espera a que las cosas cambien. Tiene una idea y apuesta por ella. ¿No encuentra financiación? La hace él mismo. Ahora tiene varios proyectos en mente, una nueva serie, el guión de un largo y una posible segunda temporada para Nada que celebrar. Pero no deja de repetirse otro de sus mandamientos fundacionales: «Si eres pequeño tienes que ser pequeño de verdad» y puntualiza que «no todo consiste en no pagar al equipo, esa no puede ser la máxima. Si no tienes dinero piensa para no tener dinero».
Ser pequeño, sin embargo, no significa bajar el listón. David Navarro hace series a secas, ni webseries ni series low cost. Sus ficciones están pensadas para que sean compradas y vistas en televisión, reivindican su espacio en la crítica especializada y aun sabiéndose modestas apuntan alto. «Yo lo veo como esas personas que no son guapas pero, como se lo creen, parecen guapas. Es cuestión de creértelo». Y nosotros le hemos creído a pies juntillas.
Nada que celebrar (trailer) from David Navarro on Vimeo.
*Si te interesa saber más:
–Crítica de Alberto Rey
–Vídeo sobre la serie en Tentaciones Plus (programa 29, minuto 12:20)
–Entrevista a David Navarro en LittleBit Magazine
Los canales generalistas, sin dar limosnas -tampoco están para ello creo que podían dedicar un pequeño «0,7%» a enseñar a su público otros tipos de cine,de series….También de ahí obtendrían beneficios económicos y cumplirían con sus accionistas.
David Navarro es un ejemplo de lo mucho que queda por «descubrir» de nuestro cine y tv. Y los tenemos al alcance de la mano, ofreciéndonos unos grandes minutos de arte.
Algo así existe ya. La Ley Audiovisual aprobada en 2010 establece que “los prestadores del servicio de comunicación audiovisual televisiva de cobertura estatal o autonómica deberán contribuir anualmente a la financiación anticipada de la producción europea de películas cinematográficas, películas y series para televisión, así como documentales y películas y series de animación, con el 5% de los ingresos devengados en el ejercicio anterior conforme a su cuenta de explotación».
Pero claro ese 5% lo destinan a producciones de un perfil más comercial que asegure cierta rentabilidad económica. Las cadenas privadas son puras empresas, es TVE la que debe apostar por un tipo de proyectos diferentes.